Cuando nos la encontramos en pleno fashion week, en su showroom parisino de la calle Saint Honoré, Myriam Ullens, fundadora de la casa que lleva su nombre, se prepara para un viaje que la llevará de Los Ángeles a Seúl y de Hong Kong a Tokio.
Al atravesar la puerta del departamento claro, techo alto y piso de madera, donde se alinea la colección de verano, nos encontramos a Myriam, eligiendo las piezas que ella misma deslizará en su valija. Lógico porque al principio, la idea de la Casa Ullens, un proyecto iniciado hace cuatro años era ampliar su armario con ropa fácil, un chic adaptado a la gran viajera que es. "Viajo mucho, y me parecía bastante difícil hacer mis maletas. Que la ropa llegue en estado impecable y lista para ponerse". De una serie confidencial de veinte piezas, rápidamente pasa a cuarenta y luego ochenta; y finalmente es una verdadera colección completa. Una colección de tipo travel kit de lujo, con espíritu sportswear elegante y urbano. Ante todo elegante, moderna y fácil de usar, y al mismo tiempo divertida con piezas generalmente reversibles.
Para crear sus primeras colecciones, la baronesa Ullens apelará al espíritu creativo de Véronique Leroy. De entrada, la primera ama de la otra su sentido de la elegancia, la calidad, el rigor y el perfeccionismo. Durante cuatro años, la diseñadora pondrá sus cualidades al servicio de la marca, antes de ceder su lugar a Kim Laursen, danés que ha sido formado en Lacroix, pasando por Cacharel, Kenzo, Azzaro o Elie Saab, y reinando en adelante sobre el estudio bruselense, impulsándole exigencia y clase absoluta. Y respetando el ADN de la marca, dándole prioridad al trabajo de las materias predilectas de Myriam Ullens: suavidad cachemir del tejido, o sensualidad de las pieles, gamuza y cuero, para pantalones de corte derecho amplio, chaquetas inspiración bombardero y faldas muy femeninas o tops en tejidos de elegante simplicidad.
Reconocimiento sin fronteras
Aunque el trabajo de creación se realiza en Bruselas, así como las actividades contables del grupo, algunas de las oficinas se encuentran en París - Myriam Ullens no podia imaginarse su recorrido en la historia de la moda sin estar presente en la capital del estilo. Una implantación en el extranjero en la cual se podía ver la voluntad de un desarrollo internacional. Sin embargo, fue el azar apuntalado por el talento- que realizó su obra. “Las clientas vinieron de todas partes del mundo”, afirma la baronesa. Para satisfacer la demanda, la casa tubo que abrir una tienda en Aspen, Colorado, antes de inaugurar una segunda en Paris y una tienda pop-up en Londres. Este año esta programada la apertura de una tienda en Ritz y en Nueva York. Una de las razones por las cuales la Maison Ullens gusta tanto según su fundadora es indudablemente gracias a la refinada y contemporánea clase de sus cortes, pero también y sobre todo a la comodidad que confiere el uso de sus prendas. “Probar la Ullens, es adoptarla” nos dice la fundadora de la marca, que nos especifica que la mayoría de sus prendas son fabricadas en Italia del Norte (europa) y la marroquinería en Francia.
No solamente moda…
No sería rendirle acabadamente homenaje a la mujer múltiple que es Myriam Ullens si se la restringe a la única actividad de la moda. Quien hoy dirige una veintena de empleados, estuvo a cargo en el pasado de un restaurante en la avenida Louise y de una pastelería en la capital belga. Impulsada siempre por la pasión, ella que fue alcanzada por un cáncer hace algunos años, también creó una fundación bajo su nombre, que ayuda a los afectados como ella por ese flagelo. La Fundación Mimi es solventada cada año por la Maison Ullens, que le reserva una parte de sus beneficios.
Y mientras que se mencionamos experiencia personal, que cuenta también con un capitulo caritativo en Nepal – actividad que prosigue con su marido, barón y coleccionista de arte - sonríe. Ya que “esto no se termina”, puesto que un proyecto en Estados-Unidos, fuera del ámbito de la moda, está en gestación para final de año. Porque, lujosos o viajeros, los bolsos de Myriam Ullens ocultan muchos tesoros.
Isabelle Plumhans